Sunday, November 06, 2005
porque el blog es mío y hago lo que quiero

Ciudad sin sueño
(Nocturno del Brooklyn Bridge)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero
A aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y, la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!

Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

Fdco. G. L.

Por alguna razón hoy, escondido en las esquinas, las palabras de Lorca se enredan en mi ausencia de cabello, lloran alrededor de mi cuello, como lloran, cuando pueden, las esferas.

Mira donde vivo.


Dr. Bizarro
Friday, November 04, 2005
pentagoneando
A una hora indeterminada, cuando la luz aún es blanca, salgo para Shinjuku sin un objetivo concreto. Las bicicletas mueren entre las hojas, si te preguntas dónde está las rueda es que no conoces a esas traidoras, desaparecen en cuanto se huelen problemas.




El viaje es indoloro. Un tren inusualmente vacío y rápido me deja en Shibuya en 20 minutos. Diez minutos más y estoy en Shinjuku.

Nada más bajar me cruzo con el poster de la nueva película de Takeshi Kitano . Ahora mismo estoy escuchando la banda sonora y tengo tantas ganas de verla que es posible que pague los dolorosos mil y pico yen que vale verla.
Por supuesto no me enteraré de nada.




Nada más salir de la estación la calle empieza a palpitar. Los edificios ultramodernos se clavan en el cielo, surgen del entramado pulsátil del organismo industrial desnudo. Tokio es una bestia mecánica y sus entrañas están al descubierto en todos los rincones. No importa donde vayas, o lo moderna que sea la zona, venas eléctricas lo recorren todo.




En una calle diminuta, serpenteando entre la tecnología y el almuerzo, una puerta recorta el azul, unas escaleras estrechas y poco iluminadas desciende más allá de lo que puedo distinguir.
Dentro, todo es azul. El eco de una música extraña, oída en sueños de cafeterías bombardeadas me arrebata. Al regresar tengo un anillo en el anular de mi mano derecha. No tengo idea de qué significan las inscripciones que lo marcan.




Y hay un gato chiquinino que no me mira ni nada, pero me lo llevaría a casa ahora mismo.




Me pierdo entre las calles, dispuesto a describir un pentágono con la intuición de la mosca. Paso delante de todo tipo de tiendas, sobre todo restaurantes, es increíble la cantidad de lugares consagrados a la comida que hay en esta ciudad. Me alejo conscientemente del área dedicada al porno de Shinjuku y del área dedicada a la electrónica y a las freakadas. La idea es regresar al punto de partida y de ahí a gastar los puntos que tengo en mi tarjeta de Yodobashi Camera en unos auriculares, juguetes para Ruth y un controlador para el portátil. Este país es un centro comercial gigantesco en el que la gente suple el cariño con el consumo frenético de objetos.

Por el camino hago fotos idiotas, me encantan los edificios de Tokio porque son todos distintos. Y en general pequeños.




Y los cochambrosos y los nuevos están al lado los unos de los otros,




Y en general hago fotos de mierda a edificios de mierda.




Doy con lugares extraños, refugios extraviados para objetos viejos,




edificios redondos sin puntos de entrada,




inevitable pensar qué coño encierran dentro, inevitable intentar colarme dentro.



Deambulando por la zona de oficinas masivas doy con lo más cercano que he visto hasta ahora a los sentimientos humanos.



Y el día se muere mientras la intuición me lleva al último vértice del pentágono, la inexplicable tristeza de la tarde, odio el atardecer, odio el intermedio, el preámbulo… ¿por qué? Y yo qué sé.




En la zona freak cumplo lo planeado, mientras espero para entregar mi tarjeta y llevarme un montón de cajas de juguetes (chibi, mononofu, otoko no tanoshi…) veo algo profundamente pertubador,




Cargado de bolsas abandono Shinjuku




Y me voy a Harajuku antes de volver a casa, pero lo de Harajuku ya lo contaré otro día, que hoy ya paso de seguir con el peñazo este.


Thursday, November 03, 2005
Mi almohada es un agente doble

Llevo cincuenta días de viaje.
Tras peripecias más bien patéticas, me he implantado un equipo informático que me permitirá, si no me aburro de ello, recrear eventos y demás boberías que me sucedan en este lugar.
De momento hay varias historietas que contar, claro, cincuenta días dan para mucho, pero no me apetece demasiado andar escarbando en mi cerebrito en busca de esas historietas... eso y que a diario pasan cosas, y cuando no pasan las busco, así que no sé qué haré. Ni he preparado el aspecto del blog, así que no sé qué coño hago metiendo entradas.

Hoy no tenemos clases, eso está bien y mal a la vez. Mal porque las de idioma son cojonudas y es una putada perderlas, bien, porque las demás son una mierda. Y bien porque puedo tirarme el día leyendo los libros que me han mandado y enredando en el ordenador.

Una de las cosas que más me gusta de este lugar es la increíble cantidad de juguetes que tienen. Están por todas partes y son preciosos, hasta los que no me gustan nada me gustan. Estos son los dos primeros gasha que me compré, casi al llegar:



Vaya entrada más gilipollas para inaugurar el blog.

Dr. Bizarro